La historia de Laocoonte y sus hijos.
Desde mi infancia la escultura de Laocoonte, fue motivo de atracción para mí, colocada su imagen en un viejo texto de mitología griega, el cual descubrí en casa de mis abuelos, quizá olvidado allí por algunas de mis tías maternas, la expresión del rostro de Laocoonte y de sus 2 hijos: Antifante y Timbeo, luchando desesperada y férreamente contra las serpientes marinas enviadas por el dios Apolo, para cumplir su mandato de muerte; estuvo siempre presente en las vacaciones escolares de varios años, en el sur de mi país.
Durante muchos años, considere que era propia del Renacimiento o del Manierismo, pues hasta antes de la visita a los museos vaticanos, no reparaba en el hecho que era una obra de arteantiguo, en mi mente (no sé por qué) la asociaba con las obras de Bernini en mármol de Carrara o de Agostino Fasolato, sin caer en cuenta que antecedía por mucho, en el tiempo, tanto al “Rapto de Proserpina” como a “La caída de los ángeles Rebeldes”. Pues su elaboración se data entre los 170-150 A.C. y fue descubierta en el siglo XVI (1506 para ser exactos) y mandada a reparar por el papa Julio II a manos de Miguel Ángel y su alumno Angeló Montersoli.
Entre varias obras litúrgicas, del museo vaticano, veo la influencia de la obra de Laocoonte, el rostro martirizado del cristo
tiene un aire a la expresión del rostro de la obra original y veo líneas serpentinas
que me recuerdan aquellas cuyas cabezas se miran aprisionar la cadera de
Laocoonte.
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